martes, 9 de septiembre de 2008

31.8.2008 – Carros de Foc

Me permito en esta ocasión reproducir la crónica de un amigo que participó en la ya mítica prueba de resistencia Carros de Foc. El misticismo viene de su recorrido de 50 kilómetros con 9.000 metros de desnivel acumulado por los 9 refugios del parque natural de Parque Nacional d'Aigües Tortes i Sant Maurici (creo que se escribe así). Por lo visto se la inventaron los guardas de la zona. Más información en la web de la revista Desnivel.

<< 1.9.2008
Ayer volví de Carros de Foc, coincidiendo con la operación retorno, me tiré todo el día en el coche.

La carrera se me dio bien, terminé con un tiempo de 21:01. Mi colega, con el que hice el primer tercio, luego me sacó 4 horas. Salimos a las 04:15 de la mañana de Colomina, armados con frontales. Había dormido fatal y poco porque me encontraba mal, al levantarme a las 3:30 fui directamente a vomitar. No pude desayunar, porque no me entraba nada. Cuando pasamos el primer refugio todavía era de noche. El camino hasta ahí era relativamente fácil. Había decidido “probar” y si no me encontraba bien retirarme y volver a Colomina. Pero seguí. En las subidas tiraba Alfredo y en las bajadas yo. Así pasamos los tramos más largos y duros a la vez. A las 11 de la mañana en una subida muy puñetera el colega se me escapó y a pesar de la caña que di en la bajada ya no pude pillarle. Allí me quemé un poco, llevaba 8 horas de carrera y aún no había llegado hasta la mitad. Tuve que aflojar bastante y pasé a “modo de ahorro de energía”. Encima no conocía el terreno en esa parte y tuve que parar mil veces a consultar el mapa para orientarme. Sobra decir que iba totalmente solo. A las 21:15 llegué al penúltimo refugio y ya era de noche. Estaba destrozado con dolores múltiples y tiritando del frío y de cansancio. Pregunté si les quedaban plazas, porque me querría retirar y dormir allí. Y sí, les quedaban. Pero en lugar de “venderme” la cama allí, me dieron de beber y de comer y me animaron a seguir. Yo no estaba nada convencido, me quedaba uno de los tramos más duros y mal señalizados, que de noche se podría convertir en una pesadilla. Yo tenía tres grandes problemas: 1 – como no se veía nada de nada, me perdería casi seguro. 2 – me podría quedar helado, no hacía mucho frío, pero todo mojado y con poca ropa… Además por mi cabeza daba vueltas el recuerdo de la reciente hipotermia que me impidió terminar en Embrun. 3 – estaba medio muerto de cansancio y con fuertes dolores por todo el cuerpo.

Entonces apareció en escena Willy. Un personaje de lo más. Era uno de los guardas de otro refugio, además había corrido la carrera y terminado primero con un flipante tiempo de 11:20 h. Me animó mucho a seguir. Me dibujó el camino, me lo explicó 6 veces, me prestó su forro polar, un frontal, pilas de reserva, unos guantes y un buff para la testa. Cuando vio que yo seguía sin decidirme, me ofreció acompañarme. Para esta etapa en las guías de montaña pone de 3 a 4 horas (se entiende andando y de día). Esto significa que un corredor o skyrunner, como los llaman por aquí, la haría en unas 2 horitas más o menos. Pero claro, no estando congelado, medio muerto y de noche. Si Willy me acompañara, esto le supondría como mínimo unas 5 horas (para ir y volver) extras. Me dio mucha vergüenza, la verdad. Y mucho ánimo. Después de 45 minutos allí parado, decidí lanzarme. Al final a Willy le cogí prestado solo el forro polar, con el acuerdo de dejárselo en Colomina y él lo recogería mas adelante.

Así empecé la última etapa a las 22:00, pero para mí era como una nueva carrera. La única regla de ésta era sobrevivir. En oscuridad total y soledad absoluta, era todo un reto. Me perdí y volví a encontrar decenas de veces. Cuando llegué por fin arriba en el collado me encontré con una docena de frontales que iban en dirección contraria de la mía. Eran otros participantes en la carrera, pero que iban en la dirección opuesta. Iban por separado o en grupos más pequeños, pero como estuvieron perdidos un buen rato se juntaron al final todos para buscar mejor el camino. Me advirtieron que me quedaba la peor parte, donde no existe ningún sendero, solo hay enormes bloques de granito con marcas prácticamente invisibles. También me dijeron que era mejor volver con ellos al refugio anterior, que ir bajando por allí yo solo, que me perdería seguro y bla, bla, bla…

Ya sabes lo que hice, ¿no? Seguí. Hasta empecé a divertirme de tanto perderme y volver a encontrarme. A las 0:45h empecé a ver unas señales de luz. Me parecía un frontal en modo intermitente y como no se movía supuse que era del refugio. Y así fue, era Alfredo que el pobre me estaba esperando en lugar de acostarse y descansar, ya que había llegado hace 4 horas. A mi todavía me quedaba rodear un lago, pero ya no tenía pérdida. A la 01:16 llegué a Colomina. “Eres un flipado”, me dijo Alfredo… “Y un campeón”, añadió después. Con lo primero estoy de acuerdo, con lo segundo no tanto, aunque lleve el forro polar del auténtico campeón.

En total me han salido 21 horas y 1 minutito. Según el reglamento en la categoría Sky Runner hay que terminar en menos de 24 horas. Así que objetivo cumplido. También he disfrutado, así que objetivo cumplido doblemente.

El record está en 10:20. Este año el primero ha sido mi amigo Willy con 11:21 que además de buen corredor es una buenísima persona. Me ha dado una lección de lujo. Algo así sentiría un niño de un barrio argentino si Maradona bajara de su trono para enseñarle a tirar penaltis.

Fin>>

Pues eso, sobran las palabras. Yo le he echado la bronca porque era una locura, pero también alegrado un montón porque lo conozco y sé que son éstas las aventuras que más le gustan, por haber acabado entero, pero sobre todo por haber recorrido el camino que para él es más importante que llegar a la meta.

martes, 2 de septiembre de 2008

2.9.2008 – Volver

Pues ya estoy aquí. Este verano no he salido a correr tanto. También la piscina ha ganado la batalla por el dominio del tiempo durante el verano. Las últimas semanas todavía menos debido a que ya había empezado a trabajar.

Ayer salí a correr, a darme una vuelta, a estirar las piernas y empezar la temporada. Me apetece la idea de volver a empezar.

Me lo tomé con mucha tranquilidad. Tenía pensado unos 30 minutos a ritmo muy tranquilo, me encaminé hasta El Retiro, aprovechando que los días todavía son largos. La idea era ir y volver, pero una vez que llegué allí decidí darme una vuelta. Había ambientillo y sobre todo disfrutaba del calorcito que acompañaba. Aunque en Helsinki no me acordé de ello, incluso agradecí el fresquito, descubrí que lo había echado de menos.