martes, 28 de agosto de 2012

Eterno Miguel Hernández en las puestas de sol de Creta

En esos momentos tan bonitos en los que uno tiene tiempo para pararse a ver el milagro de la puesta del sol, me viene a la memoria unos versos de Miguel Hernández.

La verdad es que no me la sé de memoria, e incluso sospecho que mi memoria no es demasiado fiel, pero internet nos saca del apuro. Encontré los versos en otra página.

La foto es mía, de Creta.

Así como recojo en lo último del día,
a fuerza de honda, a fuerza de meneo,
en una piedra el sol que ya no veo,
porque ya está su flor en la agonía,

así recoge dentro del alma mía
por esta soledad de mi deseo
siempre en el pasto y nunca en el sesteo,
lo que le queda siempre a mi alegría:

una pena final como la tierra,
como la flor del haba blanquioscura,
como la ortiga hostil desazonada,

indomable y cruel como la sierra,
como el agua de invierno terca y pura,
recóndita y eterna como nada.

Miguel Hernández, tomada de El rayo que no cesa


Península de Akrotiri
 

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