lunes, 13 de agosto de 2007

Ron nocturno

13.8.2007
He guardado una botellita de ron moreno que compré en la tienda del monopolio estatal de alcohol, Alko por más señas, que compré en previsión de un ataque de nostalgia o de ansiedad. En este empeño semieducativo en que se ha convertido esta serie de crónicas, podría hablar de la relación entre los finlandeses y el alcohol, o tirar de una perspectiva socioeconómica y analizar el cambio que va a suponer la exigencia de las instituciones europeas de liberalizar el mercado, o la continua discusión en la prensa sobre el efecto, a veces calificado de catastrófico, que ha supuesto la rebaja del impuesto sobre el alcohol y la necesidad de subirlo de nuevo. Sin embargo, lo que quiero contar es el precioso color que tiene el ron oscurito en una botella transparente. A pesar de que los puristas pongan el grito en el cielo y en mi eterna inconsciencia, la he metido en el congelador. La botella está encharcada y el líquido, que por su contenido en alcohol no se ha congelado, ha adquirido una cierta viscosidad que pierde a temperatura ambiente. Bastan unos sorbos para notar su efecto, primero en la garganta y a los pocos minutos en la cabeza. No quiero que la liga antialcohólica se me eche encima, pero creo que con moderación, y cuando lo requiere la necesidad, una gota (tippa dicen los finlandeses) obra maravillas. Otras da dolor de cabeza.

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