martes, 19 de agosto de 2008

19.8.2008 – Minua Kupittaa

Regreso de viaje de trabajo de Turku. He acabado un poco antes de lo que pensaba y como estaba harto de tomar café, que es el síndrome del trabajador en Finlandia, he tratado de encontrar un lugar para tomar una cervecita. Normalmente los alrededores de las estaciones en todas las ciudades rebosan de sitios de mejor o peor calaña, recuerdo especialmente uno próximo a la estación de Jyväskylä..., pero los alrededores de Kupittaa, son casi tan desiertos como los de la estación de Getafe industrial un domingo por la mañana.

El paisaje desde la ventana de tren suele ser particularmente bonito. Esos campos de cereales todavía verdes y esos campos amarillos de colza, pero naturalmente todo resulta más vistoso sin esa lluvia pertinaz que ha empañado todo el verano. Lástima que la gente no sea más silenciosa. Los únicos que parecen hablar, o al menos a los únicos que se oye, son los extranjeros: una pareja de chinos y un grupo de suecos. Los finlandeses solo gritan cuando hablan por teléfono. Por lo demás valoran el placer de viajar en el mismo compartimiento en silencio ¿Me estaré volviendo finlandés?

2 comentarios:

reinasol dijo...

Lo del silencio es muy característico de los nórdicos, sí. Cuando estás un rato por el norte y regresas a España, aprecias el silencio un montón. Y cuando ves a los grupos de turistas españoles, casi que escondes la cabeza.. que escándalo. Y lo que mas cuesta creer es que, probablemente, tú eras así cuando vivías en España. En cierto grado, nos adaptamos allí donde estemos,claro que unos lo llevan mejor y otros peor...Ah! Hola Javier soy Maria!

Trijota dijo...

Tienes razón Reinasol, uno es del lugar donde está. Al menos creo que en mayor o menor medida somos permeables a las formas y el modo de hacer del lugar donde estamos. En España somos más ruidosos y en el norte, porque los nórdicos son en general más silenciosos que los de este lado de los Pirineos. El sábado cuando regresé sufrí un choque anafiláctico cuando me tope, primero en el avión con destino Madrid y luego en Barajas con la barahúnda de españoles, incluyendo especialmente a los nuevos. Y el domingo que fui en tren hasta Aranjuez, todavía más.
Sigue escribiendo, cari, que me encantan tus comentarios.