sábado, 9 de agosto de 2008

9.8.2008 – La verdad es lo que es, aunque no se diga, o se diga al revés

Un par de días antes de que se inauguraran los juegos olímpicos retransmitieron en el canal nacional de noticias de Finlandia una entrevista en directo con la embajadora china en Finlandia. Las preguntas cubrieron los lugares comunes: que qué representaba el desafío de la organización de un acontecimiento de tamaña magnitud, que qué representaba el número 8 en la cultura china, y sobre los objetivos de medallas. La embajadora contestaba amablemente y en un finés muy correcto y con una aceptable pronunciación a las preguntas. Una vez avanzada la entrevista se llegó a una pregunta inevitable formulada en los medios finlandeses. ¿Por qué las autoridades chinas han denegado la visa al cineasta Arto Halonen a pesar de que había sido presentado por el comité olímpico nacional como figura cultural relevante? Hasta ahora las autoridades chinas no han dado ninguna respuesta, pero la prensa nacional e internacional interpreta que el documental que el cineasta dirigió hace unos años sobre el Tibet, y con participación personal del Dalai Lama, ha sido el principal motivo del rechazo. El periodista lanzó la pregunta directamente. La embajadora, que se la esperaba, comenzó a dar de memoria las cifras de todas visas tramitadas positivamente, peticiones atendidas y objetivos de prensa en relación a los juegos olímpicos. (Parece que independientemente de la cultura, la respuesta internacional de todos los políticos a cuestiones escabrosas es disparar cifras y estadísticas). El periodista volvió a insistir, pero ¿por qué no en este caso? La embajadora, en un ejercicio ejemplar de su cargo, continuó sin inmutarse declinando considerar casos individuales e insistiendo en la postura oficial. La cuestión espinosa quedó así soslayada y el entrevistador volvió a los lugares comunes: que qué deportes pensaba seguir más atentamente la señora embajadora.

Yo me quedé pensando si el entrevistador no debería haber insistido hasta conseguir una respuesta directa. Algo en plan Mercedes Milá en su vida anterior, antes de Gran Hermano, algo así como “Queremos saber y queremos saber ahora” aunque quizás no de una forma tan melodramática dada la seriedad del espacio en que se desenvolvía. Pero después de meditarlo creo que hizo bien, que lo primero solo habría servido para incomodar innecesariamente a una alta funcionaria de un estado con cada vez más relevancia internacional además de poner en peligro las relaciones de un canal de televisión nacional. Y que después de todo, la entrevista, y sus silencios, no dejaban lugar a dudas sobre las razones que motivaron el rechazo a la solicitud de visa, de la actitud de un gobierno respecto a las preguntas incómodas y a sus interlocutores, del respeto (o la falta de él) a los derechos humanos y de la naturaleza (dudosa, a tenor de lo visto) de su relación con el Tibet. La respuesta a su pregunta, y en realidad a mucho más, quedaba clara y diáfana a todos los que seguimos la televisión en ese momento. Que si eso tiene mucha importancia, si va a ayudar en algo, pues no lo sé.

A todo esto otra noticia sobre intelectuales finlandeses adornaba los titulares de los noticiarios. El consulado general de Finlandia en San Petesburgo había mostrado su recelo a la participación de la reconocida escritora Sofi Oksanen a un taller de literatura para jóvenes poetas de ambos países. Todo ello a pesar de que la escritora había sido escogida por la asociación organizadora para el viaje, que financia al menos en parte el Consulado. Las razones esgrimidas por éste para explicar su oposición suenan un poco arbitrarias: que si la escritora no es novel, que si su producción es fundamentalmente prosa. Estos argumentos han sido tildados, no sin razón, de peregrinos, porque en el mejor de los casos resulta muy difícil delimitar la raya entre prosa y poesía y porque, según la organización, también con buen tino, no corresponde al consulado decidir sobre esos casos.

Según se apunta en los diferentes debates que han tenido lugar, el problema reside en que la escritora, además de decorar su pelo con rastas multicolores, teñir su pelo como Rosa María Calaf, y llevar gafas a lo Harry Potter, es una reconocida radical de izquierdas. Una de sus últimas obras “Puhdistus” (algo así como limpieza o depuración) es extremadamente crítica con la actividad histórica de la Unión Soviética en Estonia en el pasado siglo. Y que por estos motivos su presencia en noviembre en San Petersburgo podría levantar ampollas en algunos círculos de ese país.

A estas alturas el asunto no está todavía zanjado. De momento parece que el Consulado ha tenido que desdecirse y desear la bienvenida, y afrontar con su presupuesto, a la escritora. No me gustaría estar en el puesto del señor Cónsul General, que tiene que nadar y guardar la ropa al mismo tiempo y que en cualquier caso va a salir escaldado, a pesar de que no dudo de sus mejores intenciones para resolver este asunto.

Y sin embargo, no puedo dejar de preguntarme si en estos casos, en lugar de actuar con “diplomacia” no sería decir directamente la verdad. Voy a hacer un ejercicio de proyección y poner en su boca palabras que a lo mejor ha pensado. “Mira, que sí, que Sofi tiene todo el derecho del mundo a dar su opinión, pero que ya sabemos cómo están las cosas en un lugar donde por menos de un pito te dan como almuerzo plutonio radioactivo o te regalan con una bala a la vuelta del supermercado, y si no que se lo pregunten a Anna Politkovskaya. Que aquí las autoridades y sus proyectos de paneslavismo son muy sensibles y que para este otoño tenemos pendiente negociar muchos acuerdos de gran repercusión económica. Así que mejor vamos a evitar conflictos. Que Sofi viene, monta el pollo y se va, pero a mí me toca quedarme, bregar con el desaguisado y pagar los platos rotos.” Y yo aún diría más, que aunque la libertad de expresión es un derecho universal y natural de las personas, hay desgraciadamente todavía muchos lugares en los que o bien no se conoce el concepto, o lo que es peor, éste es avasallado continuamente. Para muestra un botón y podéis echar un vistazo a la página web de Reporteros sin Fronteras o Amnistía Internacional. Eso si no les boicotean la página.

1 comentario:

yoyoyo dijo...

Buena forma de hablar de la libertad de expresión en toda su dimensión (pareado) Tema para reflexionar. Un abrazo