martes, 10 de julio de 2007

Helsinki, a 10 de julio de 2007

10.7.2007

Un artículo del Helsingin Sanomat de ayer reflexionaba sobre el uso del tiempo libre en verano para la lectura de clásicos Y no sólo aquellos libros “que hay que leer” sino también aquellos que por su tamaño y ritmo se hacen demasiado largos para una sociedad que se mueve frenéticamente. Por alguna razón, la lectura de clásicos, libros de fantasía y novelas policíacas son bastante populares entre los finlandeses, que, en general, dedican un tiempo considerable a la lectura. Un experto entrevistado en el artículo razonaba que la causa podría estar en la necesidad de poner cierto orden en nuestras vidas, encontrar una trama a nuestros proyectos en la fase central de nuestras vidas, porque, y esto suena juicioso, vemos nuestra propia vida como un cuento. Yo no estoy muy seguro de esta razón pero encontré muy atractiva la teoría de que algunos escojan libros gordos, cuya lectura exige tiempo, porque mientras avanzan pausadamente por las aventuras y desventuras de los protagonistas aminoran la velocidad de su vida.

Otro artículo, creo que de Fernando Savater, que fue publicado en El País hace por lo menos un año en el que el filósofo ironizaba precisamente sobre la costumbre que muchos, incluido él, tienen de pensar que leerán ese u otro libro, de esos “que hay que leer” durante las vacaciones. La lista se hace tan larga, que nunca daría tiempo, aunque las vacaciones no estuvieran programadas intensivamente con tantas actividades y exigencias y dieran de sí para la lectura de forma extensiva. Según el experto del primer artículo, que por cierto se especializó en filosofía del aburrimiento ¡¿?!, nuestro período de vacaciones ha de ser tan intenso, como el resto de nuestro tiempo durante la actividad laboral. Hay que disfrutar y evitar los períodos ociosos, que por otra parte suelen ser necesarios para la lectura. El artículo también jugaba con la idea de que buena parte de estos libros de “obligada lectura” como En busca del tiempo perdido, (¿por qué me entran ahora ganas de comer magdalenas?), La montaña mágica y Oblomov hablan precisamente de eso, del uso del tiempo.

Yo por mi parte, sólo puedo pensar, que puedo dedicarme a las lecturas y a la disquisición sobre ello, precisamente porque durante las vacaciones tengo más tiempo, aunque si dedicara ese tiempo a actividades más “útiles” podría hacerme ingeniero de caminos, canales y puertos.

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