jueves, 5 de julio de 2007

Helsinki, a 5 de julio de 2007

5.7.2007
La piscina del estadio olímpico de Helsinki tiene el discreto (¿y dudoso?) encanto de lo decadente. Y es que desde luego ha visto mejores tiempos desde que albergó las pruebas de natación de las olimpiadas de Helsinki en 1952. Sin embargo está en perfectas condiciones de uso y es uno de los lugares más populares del verano para los finlandeses que no se han ido de vacaciones a sus casitas de campo. En un día de sol está lleno de gente que toma sol y niños gritones que se deslizan por el tobogán. Pero también puede uno nadar en la piscina olímpica porque el agua está climatizada. Vamos igualito que la piscina de Alcorcón el famoso día del Acuatlón. Deben gastar una pasta en calentarla y eso que Finlandia no tiene recursos energéticos propios y todos los combustibles son importados. En eso tienen más suerte los islandeses que aprovechan los volcanes para calentar agua. Los islandeses tienen unas piscinas magníficas, aunque muy desaprovechadas, y lo mejor unas cubetas de agua caliente a 38° – 41° C donde te puedes dejar cocer a fuego lento mientras nieva, graniza y el cielo se derrumba sobre la cabeza.

Un deporte muy popular es correr en el agua, no sé si tendrá alguna traducción más vistosa en castellano. Aquí como se toman las cosas muy en serio ya se han celebrado campeonatos del mundo en diversas categorías y franjas de edad. El hecho de que todas, sin excepción, las marcas mundiales estén en posesión de personas con un sonoro nombre finlandés da una idea de que esta modalidad deportiva no debe ser muy popular fuera de Finlandia (http://www.vesijuoksu.fi/ennatykset.htm). Con todo, amigos de los retos y del deporte en la natura, deberíamos pensarlo, porque por lo visto los campeonatos mundiales se celebran en un entorno natural paradisíaco. (http://www.vesijuoksu.fi/kuvat06.htm)

En fin, estoy desvariando, porque quería contaros que llevamos unos cuantos días de auténtico verano en los que no llueve y hace un sol brillante y un cielo azul como los de la infancia de Antonio Machado. Aprovecho para ir de un sitio a otro con la bicicleta, que por cierto necesita engrase, y si no voy a nadar me voy a tomar un cafecito a una terracita pegada a una bahía donde tiene su base el club de regatistas de mar. Supongo que la distinción es necesaria, porque con todos los lagos que hay en Finlandia, más de 190.000, podrían muy bien dedicarse sólo al mar. El sitio tiene unas vistas preciosas de la bahía por un lado y el parque con el monumento a Sibelius por detrás. Tiene una particularidad y es que la segunda y sucesivas tazas de café no sólo salen gratis, sino que la casa te paga 5 céntimos. Así tacita a tacita (nunca mejor dicho) y a costa de ir acelerados puede uno ganarse la vida.

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