El pasado domingo me animé a hacer ese viaje a Porvoo que tenía pensado y para el que había hecho con devoción excursiones de reconocimiento. El tiempo no es que fuera muy prometedor, las nubes abundaban y tapaban el sol, pero no parecía que fueran a descargar. Además, era lo mejor que había tenido en mucho tiempo. Eso sí, en la duda de qué hacer, salí bastante tarde.
El camino hacia Kuusijärvi estaba fresco en la memoria y llegué sin mayor novedad. Y luego había estudiado con bastante cuidado las dos siguientes desviaciones. Me tuve que parar un par de veces para consultar el mapa pero me fue bastante bien. Después fue algo más complicado orientarse. En un determinado momento, se acabó la vía para bicicletas y me incorporé con cierta pena a la carretera. No había tantas posibles desviaciones y confiaba en que las indicaciones que había procurado me bastaran. Parte de ellas me llevaban por carreteras más transitadas.
Ni había tantos coches, ni iban tan rápido, pero me resultó particularmente desagradable ser sobrepasado por una exhalación con efecto Doppler, acostumbrado como estoy a la tranquilidad de las vías de bicicletas. Ahí suelo ser yo el que adelanta a viejecitas en carricoche y esquivo con cierto desdén, e injustificado sentimiento de superioridad, a los peatones que por despiste o atolondramiento se adentran en “mi” camino.
En esa batalla insensata con los coches, me di cuenta que no me estaba resultando particularmente agradable esa parte del camino, del que, por cierto, cada vez dudaba más. Cuando llegué al pie de la espléndida y bien cuidada catedral de Sipoo, en medio del camino, decidir desviarme del camino para contemplarla con más tranquilidad y finalmente dar la vuelta, hacer una paradita en la sauna de Kuusijärvi, con chapuzón en el lago, y después volver a casa. 3i enarcaría una ceja y preguntaría por la ubicación de mi espíritu de aventura, pero yendo como iba solo y siendo principal beneficiado y damnificado de mis decisiones, así lo hice.
El contador de kilómetros me falló por falta de batería, pero calculo con bastante precisión que me salieron en total unos 85-90 km. Eso sí, sin grandes desniveles ni puertos, aunque bastantes pequeños ascensos y descensos que obligaban a cambios de marcha.
La excursión a Porvoo, próximamente, pero estudiaré rutas alternativas y con más detalle.
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