sábado, 6 de diciembre de 2008

1.12.2008 - Tiempos extraños

En estos días de serotonina desbocada y de química neuronal alterada, he revisado el fondo lírico de mi estantería. Quizás sea Miguel Hernández en “El rayo que no cesa”, quien toque mejor la fibra sensible de las turbulencias que se producen en las primeras fases del enamoramiento, cuando aún no es correspondido. Sin embargo, y como ya voy teniendo muy claras las cosas, he descubierto un poema igual de desgarrador, pero más sereno, de Gabriela Mistral. Su lectura ha constituido un inesperado consuelo en un viaje de retorno de Italia con el corazón en otra parte.

Cosas, que es el título del poema, empieza así:

“Amo las cosas que nunca tuve,con las otras que ya no tengo:”

Las cosas que ya no tengo son las que se perdieron, momentos, amigos, seres queridos, que ya se fueron y nunca volverán. Y sin embargo, aún en la melancolía de su ausencia, constituyen recuerdos felices, a los que amar. ¿Y las cosas que nunca tuve? ¿Cómo es posible sentir nostalgia de cosas que nunca existieron? Pues yo constato que así es. Son los caprichos de la sed.

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