Desde la San Silvestre no participaba en ninguna competición hasta la Intercampus del otro día y la media maratón de este domingo. A nadar voy regularmente y de vez en cuando salgo con la bici, pero el entrenamiento de la carrera a pie lo tengo bastante apartado entre unas cosas y otras. El sábado con el grupito, aunque la verdad sospecho que las cañas de después son el acicate más poderoso. El domingo, que si no salgo con la bici, salgo a hacer los deberes, pues la verdad, no encuentro tiempo para correr. Y eso se nota en las piernas. Constato que he perdido velocidad. La media maratón me salió a 1:40 y pocos segundos, que es lo que tenía previsto, que es más tiempo que el año pasado. Y esto, insisto, no me preocupa en absoluto. Sin embargo, las piernas se quejaban. La Intercampus había sido tan fácil y tan cómoda, que pensaba que yendo despacito tampoco me costaría demasiado ésta. Ahora una frase lapidaria: media maratón es la mitad de 42 km y pico. Se nota.
Con todo, fui bastante bien. Los preparativos previos fueron un poco caóticos. Con el gentío me costó encontrar la zona de chips y llegué antes al guardarropa. Estaba alejado, pero no me quejo. A la llegada fue muy fácil recoger la ropa y no enfriarse. Aunque haga un día excelente, que lo hizo, siempre después de correr servidor tiene que taparse. De los chips, cuando los encontré tampoco me quejo, pero para hacer pipí y popó (me encanta la expresión) tuve que hacer una cola (la elección de las palabras no es casual) de varios minutos. Tiempo que tuve que quitar al calentamiento. No me gusta ponerme a mear en cualquier sitio. En el campo pase, pero a la gente que viva por ahí no le debe hacer gracia encontrarse los efluvios de 10.000 atletas. Eso no es forma de fomentar el deporte.
Bastante bien, porque acerté con el atuendo. La camiseta sin mangas que dieron en la media hace un par de años y unas mallas cortas. El año pasado con lo mismo, pasé un frío...
Gracias a Paco y Miguel, que me avisaron desde un lateral, conseguí situarme en un punto estupendo para la salida. Estaba cerca del globo de 1:35, pero no sé si es una buena referencia, porque tenían un poco de lío y el 1:30 estaba detrás del de 1:40. En cualquier caso no seguían muy bien la topología de la recta real. Eso sí, la posición fue estupenda. Enseguida llegué a la alfombrilla y por primera vez, era la gente la que me pasaba y no era yo el que lo hacía. Eso no es muy bueno para los corredores más rápidos, pero yo procuraba no hacer corrillo con otra gente para que pudieran adelantarme fácilmente. Me sentía identificado con algunos corredores que llevaban una camiseta que decía, “pásame q puedes”.
Lo bueno, es que desde casi el primer momento pude hacer mi carrera, mi tiempo es el que he hecho yo. Y lo que es más importante corrí sin tener que hacer malabarismos para encontrarme un hueco.
Después es correr, mantener un ritmo adecuado, que no siempre es fácil, beber cuando hay avituallamiento y tratar de disfrutar de las vistas. Yo esto también procuro hacerlo lo mejor que puedo, pero la verdad es que no me fijo demasiado, estoy más en no tropezarme y respirar. Eso sí hizo un día magnífico. Muy buena suerte con el tiempo.
Decía que había perdido velocidad y lo notaba al inicio de la bajada de Bravo Murillo, varias de las personas que tenían de referencia me pasaron. El del globito de 1:40 me había pasado, pero luego, el corazón tira, los largos de piscina ayudan, y según nos acercábamos al km 19, 20 con el valle tobogán de Pablo Iglesias, me permití volver a pasarles a todos, incluido al del globito, y hacer una buena entrada. Bueno, siempre me como a los que se paran inmediatamente después de pasar el arco de meta, a pesar de las indicaciones de los voluntarios.
Ahora, tengo las piernas pesadas, y no me molestaría en correr para coger el metro, pero no tengo agujetas y bajo muy bien las escaleras. Que eso no tiene precio. La natación de esta mañana me ha soltado las piernas. Y desde esta humilde plataforma animo a todos a que prueben con el yoga. Mano de santo para estas cosas.
Un abrazo, 3j
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